Caminar descalzo sobre la suave arena del gran desierto salado iraní, situado en las provincias de Kermán, Sistán y Beluchistán, supone un placer indescriptible, e incluso los expertos en el campo de la salud destacan su impacto positivo en la mente y el cuerpo del ser humano.
El cielo estrellado en la oscuridad de la noche desértica, el silencio relajante y su clima mucho más benigno durante el día son otros motivos para visitar el Dasht-e Lut, incluido en la lista del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO en 2016.
En las zonas próximas al desierto, los hoteles y alojamientos no son especialmente modernos, pero la tradicional y hermosa arquitectura iraní, sus decorados en puertas y ventanas de madera, sus techos abobados y paredes de barro, equipados con muebles artesanos multiplican el placer de viajar.
El deslizarse descalzo por las colinas de arena, el alojamiento en tiendas y campamentos en el desierto, montar a camello o disfrutar conduciendo vehículos todo terreno son otras emociones de un viaje tan apreciado por los amantes de la geología.
El otoño es la mejor estación para viajar al Dasht-e Lut, conocido como el desierto número 27 por su tamaño, el lugar de la Tierra donde se han registrado las temperaturas más elevadas de todo el planeta (70.7 °C) en los años 2004, 2005, 2006, 2007 y 2009.
La zona del Dasht-e Lut que soporta esas temperaturas es conocida como la llanura de Gandom Beryan, que significa trigo negro. Según la leyenda, el Gandom Beryan se habría formado después de que unos mercaderes dejaran un cargamento de trigo en la zona y el sol lo abrasara durante días hasta formar el lugar.
Irán forma parte climáticamente del cinturón afroasiático de desiertos que se extienden desde las islas de Cabo Verde, en la costa de África occidental, hasta Mongolia cerca de Pekín, China.
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