El problema con esta campaña es que está construida sobre una serie de omisiones -hay quien puede llamarlas simplemente mentiras-, cuyo objetivo final es presentar a la República islámica como una especie de infierno en la tierra. Un lugar en donde la gente, y en especial las mujeres, no pueden ejercer ni su agencia ni su libertad, ya que esta agencia y libertad solo pueden ser expresadas en un lenguaje secular, y nunca en una República Islámica.
La omisión principal sobre la que sustenta la campaña es que Azadani no ha sido condenado. Está en detención preventiva, acusado de formar parte de un grupo que sería responsable, según las autoridades iraníes, del asesinato de 3 miembros de la fuerza Basich.
Azadani, por tanto, no está detenido por "manifestarse en favor de los derechos de las mujeres". Azadani, al contrario de lo que podemos leer en medios occidentales, no ha sido aún condenado. No se ha celebrado ningún juicio y por tanto, aún no conocemos cuál será su futuro penal.
Lo interesante aquí es que Azadani es utilizado como símbolo para criticar a la República islámica y para poner de relieve su carácter autoritario y opresivo. Esto mismo sucedió con la muerte de Masha Amini. A pesar de que las autoridades nunca intentaron ocultar su muerte y que se puso todo el empeño en conocer las causas de dicha muerte, esto no fue suficiente para los medios occidentales- y sus satélites regionales-, que de inmediato condenaron a la República islámica.
El problema aquí, en mi opinión, subyace en que estamos hablando de la República islámica y de su capacidad política para desafiar a la hegemonía occidental. Desde esta visión Occidental -Occidental entendido no desde una perspectiva geográfica, sino epistemológica-, al ser la República Islámica el "otro" de Occidente, no puede ser un entidad política creíble.
Esta imposibilidad, por parte de Occidente, de creer a la República islámica forma parte de esa visión según la cual la racionalidad y el pensamiento crítico son exclusivos del pensamiento Occidental. La República islámica, en el imaginario occidental, es vista como ese lugar en donde la verdad es algo que deciden los Ayatolás.
Una articulación política como la representada por la República Islámica es considerada como carente de objetividad y justicia. Y es vista como un cuerpo extraño en el interior del consenso liberal. Un cuerpo así, debe no solo ser contenido, sino erradicado para conservar la hegemonía de ese mismo consenso.
Es por todo lo anterior, por lo que los medios occidentales no tienen ningún tipo de respeto por la "versión oficial", ya que esta versión está contaminada por la, supuesta, ausencia de objetividad y justicia. Aquellas personas que osan creer esta supuesta "narrativa oficial" -en este caso concreto aquellas personas que no aceptan la idea de que Azadani fue arrestado por "apoyar a las mujeres"-, son presentadas como "consumidores de propaganda iraní".
La gente con agencia, los seres humanos propiamente dichos, no pueden creer lo que la República Islámica dice o explica. Incluso antes de conocer, como en el caso de Amini, los detalles de la investigación, la única posibilidad era la de acusar a Irán y aceptar lo que los medios occidentales y sus satélites locales - como Manoto TV, Iran International, BBC Persia...-, contaban.
La absurda idea de que los musulmanes no tienen pensamiento crítico es uno de esos mitos sobre los que está construida la civilización occidental. En el Corán podemos encontrar la categoría de tanqid, entendida como crítica pero con una genealogía distinta a la occidental. Podemos incluso añadir que el Corán exige a los musulmanes mantener un pensamiento crítico.
Lo que se pone de relieve aquí es la existencia de una mentalidad colonial que se niega a aceptar la existencia de posibilidades distintas. Y todo ello, porque para Occidente, la verdad, la justicia, y la agencia no pueden expresarse en un lenguaje islámico.
En esta fantasía occidental, la resistencia y el rechazo musulmán a los valores liberales es visto como una patología que debe ser tratada. Si los musulmanes rechazan la conversión "voluntaria" al liberalismo deben ser obligados a ello, utilizando todos los medios disponibles. La llamada "Guerra contra el Terrorismo" es el mejor ejemplo de este liberalismo que no tolera posibilidades políticas distintas.
La idea, más o menos, sería la siguiente: A menos que uno sea un bárbaro, un déspota irracional, un simpatizante de regímenes totalitarios, y por supuesto, misógino, no es posible creer en la República Islámica.
La verdad, la capacidad de ser creíble, solo es accesible para aquellos seres humanos que aceptan la gramática secular. Los únicos que pueden ser considerados racionales, modernos, capaces de pensamiento crítico. A pesar de que se intenta dar la impresión de naturalidad en todo lo anterior, lo cierto es que esto es obra del paradigma Orientalista. El Orientalismo entiende que la episteme Eurocéntrico es universal y como tal puede ser utilizado, sin ningún problema, para explicar fenómenos políticos no-Occidentales.
El problema con el paradigma Orientalista es que Occidente ya no es el centro normativo, a pesar de los múltiples intentos por denigrar a aquellas personas que se atreven a seguir una narrativa no-hegemónica como la que representa la República Islámica.
Para concluir podemos decir que el tema de Azadani, como pasó antes con la muerte de Amini, sirve para poner de relieve el paradigma Orientalista a través del cual la prensa occidental sigue viendo el mundo no-occidental y en particular el mundo islámico.
Hispan TV
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