“Las tensiones de larga data entre Estados Unidos e Irán han vuelto a situarse en el centro de la atención, ya que ambas partes se preparan para mantener conversaciones indirectas de alto nivel; negociaciones que están programadas para celebrarse el sábado 12 de abril en Mascate, la capital de Omán”, añadió Xinhua.
¿Qué sucedió?
Recientemente, Donald Trump anunció que Estados Unidos e Irán están llevando a cabo negociaciones “directas” sobre el programa nuclear iraní. Sin embargo, Seyed Abás Araqchi, el ministro de Asuntos Exteriores de Irán, ha confirmado que las negociaciones serán indirectas y de alto nivel, y se celebrarán en Omán.
Según medios iraníes, Araqchi y Steve Witkoff, el representante especial de Estados Unidos para Asuntos de Oriente Medio, encabezarán las delegaciones de sus respectivos países.
¿Por qué Omán?
Omán mantiene relaciones de amistad de larga data con ambas partes, Washington y Teherán, y en tiempos de crisis ha desempeñado en repetidas ocasiones el papel de mediador neutral. A principios de 2020, tras el asesinato del General Qasem Soleimani por parte de Estados Unidos, ambos países estuvieron al borde de un enfrentamiento militar abierto. En aquel momento, Omán intervino de manera confidencial y, facilitando las comunicaciones secretas entre ambas partes, contribuyó a reducir las tensiones.
Más allá de las relaciones entre Irán y Estados Unidos, Omán también ha desempeñado un papel importante en la resolución de diversas crisis regionales. Este país ha sido anfitrión de delegaciones yemeníes en los esfuerzos por poner fin a la guerra en Yemen y, desde 2022, ha contribuido a alcanzar una tregua tácita en ese conflicto. En abril de 2023, delegaciones de Omán y Arabia Saudí viajaron a Saná para mantener conversaciones con los líderes hutíes. Además, Omán ha actuado como puente de comunicación en la crisis de Siria, en la ruptura diplomática del Golfo Pérsico y en los esfuerzos por normalizar las relaciones entre Irán y Arabia Saudí.
¿Cuál es la perspectiva de las negociaciones?
El autor de este informe sostiene que, si bien el inicio de las negociaciones se considera un paso positivo, estas enfrentan grandes desafíos. El primero de ellos es el entorno regional, que se encuentra extremadamente inestable. Los enfrentamientos en Gaza, los disturbios en Líbano y las interrupciones en las rutas de navegación del Mar Rojo han contribuido a crear un panorama de seguridad caótico e impredecible. Cualquier nuevo foco de conflicto podría desviar los esfuerzos diplomáticos o provocar una escalada involuntaria de las tensiones.
En segundo lugar, Irán sigue desconfiando de las intenciones de Estados Unidos. La retirada del gobierno de Trump del acuerdo nuclear de 2015, junto con la imposición de amplias sanciones, destruyó la confianza mutua. Incluso a pesar de los intentos de Washington por reanudar el diálogo, Teherán está preocupado de involucrarse en un proceso que, una vez más, podría ser cancelado unilateralmente por Estados Unidos.
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