Las protestas se han extendido casi por toda Francia, iniciadas este martes tras la muerte a tiros de Nahel, de origen argelino, en Nanterre, a las afueras de París, la capital, donde el joven de 17 años se negó a detener su coche a petición de agentes.
Muchas personas en esta comunidad están profundamente conmocionadas y dolidas por lo que sucedió. Es poco probable que su ira desaparezca pronto, lo que significa que podrían ocurrir más enfrentamientos en los próximos días, según informan los medios locales.
La policía de París dijo que habían contenido “episodios esporádicos” de nueva violencia, mientras en Toulouse, los manifestantes iniciaron un incendio y arrojaron piedras a los bomberos mientras intentaban apagarlo. Los manifestantes también se enfrentaron con los uniformados en la ciudad norteña de Lille. Este jueves se anunció que 40.000 policías serían desplegados en las calles de varias ciudades francesas en previsión de nuevos enfrentamientos.
El presidente francés, Emmanuel Macron, tachó de “inexplicable e imperdonable” la muerte del joven afrodescendiente, al tiempo que llamó al pueblo a la calma. Sin embargo, la llamada del mandatario a la contención y las de otras autoridades del país no han podido calmar la furia de los ciudadanos, especialmente las comunidades de los suburbios desfavorecidos de las grandes ciudades.
Tras un récord de 13 muertes por disparos de la policía en Francia durante controles de tráfico el año pasado, este es el segundo episodio mortal en estas circunstancias en 2023.