Desde el triunfo de la Revolución Islámica en 1979, Irán ha ocupado una posición privilegiada en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO.
Las históricas y antiguas infraestructuras, las artesanías tradicionales y los paisajes naturales son solo una parte de los bienes culturales, un patrimonio cultural tangible muy bien conservado, también en los museos.
Antes de la Revolución Islámica, ninguno de los bienes culturales, históricos y naturales iraníes había sido registrado. Chogha Zanbil, en la provincia del Juzestán; Persépolis, en la provincia de Fars, y la plaza Naghsh-e Yahan, en Isfahán, se inscribieron un año después de la victoria de la Revolución.
Antes del gobierno de Rohani se habían registrado 16 monumentos, aunque su administración allanó el terreno para registrar otros 10 monumentos durante los ocho años de su mandato.
Actualmente, Irán ocupa el 9º puesto en número de monumentos registrados en la Lista de la UNESCO.
En los últimos 8 años se han inscrito la ciudad quemada en Meymand, el desierto de Lut, la antigua ciudad de Susa o Shoosh, los acueductos iraníes, la ciudad histórica de Yazd, el paisaje arqueológico sasánida de la región de Fars, los bosques mixtos del Caspio Hyrcanian, el ferrocarril iraní y el paisaje cultural de Uramanat, lo cual ha contribuido a que Irán se sitúe en esa relevante posición.
Aunque siempre es deseable que los gobiernos y los espectadores preserven los monumentos culturales y naturales, las administraciones tienen la misión de perseguir la inscripción de su patrimonio tangible nacional en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO.
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