Biden llegó el domingo a la ciudad de El Paso (Texas) e inspeccionó un transitado puerto de entrada en su camino por un tramo lodoso de la frontera entre Estados Unidos y México.
La visita no ha impresionado a los republicanos como los principales críticos de la gestión migratoria del inquilino de la Casa Blanca, especialmente a Greg Abbott, gobernador de Texas.
En su primera parada, Biden sostuvo un breve encuentro con el gobernador de Texas, el republicano Greg Abbott, una figura polémica y crítica del gobierno actual, quien lideró durante el año pasado el envío de migrantes en buses desde la frontera a distintas ciudades al noreste del país, como Washington D.C. y Nueva York. Abbott le entregó a Biden una carta, donde le dice que su visita a la frontera llega muy tarde y lo acusa de llevar a cabo una política de “fronteras abiertas”.
La visita parece ser diseñada para mostrar una operación fluida para procesar a los migrantes legales, eliminar el contrabando y tratar humanamente a los que ingresaron de manera irregular, creando una narrativa contraria a las afirmaciones de los republicanos de una situación de crisis equivalente a una frontera abierta.
Pero, es probable que su visita no sirviera para calmar a los críticos, incluidos de los defensores de los migrantes que le acusan de establecer políticas crueles no muy diferentes a las de su predecesor de línea dura, Donald Trump.
En su nuevo acuerdo con México, la Administración de Biden planea expulsar miles de los migrantes indocumentados de Haití, Nicaragua, Venezuela y Cuba a México, contemplando más trabas para ellos. Asimismo, el Gobierno mexicano ha acordado recibir hasta 30.000 migrantes mensualmente.
Por otra parte, el recorrido se produce en medio de un aumento histórico en el número de arrestos de inmigrantes y días después de que su administración anunciara una serie de medidas para limitar la llegada de inmigrantes sin papeles por tierra.
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