Jair Bolsonaro aseguró este lunes que tiene "casi cerrado" un acuerdo para comprar combustible diésel a Rusia en una polémica decisión que rompe el bloqueo internacional contra ese país desde la Operación militar rusa en Ucrania.
En este sentido, el ministro brasileño de Exteriores, Carlos França, aseguró este martes que su país quiere comprar todo el diésel que pueda a Rusia, con quien está ultimando un acuerdo para adquirir este tipo de carburante a un precio más barato.
“Ahora está casi cerrado un acuerdo para comprar diésel más barato de Rusia. Petrobras lo compraba más caro”, comentó Bolsonaro.
En este marco, Bolsonaro explica que "nosotros importamos casi el 30% del diésel que se consume en el país. Hay que importar de los que venden a mejor precio y no aceptar el precio de los que cobran más caro".
Sin embargo, para Roberto Piscitelli, el economista brasileña y asesor legislativo, Bolsonaro “No quiere ampliar la crisis y aumentar la disconformidad de la población”, sostiene el economista brasileño, en la entrevista con Sputnik Mundo.
Esto sucede en un escenario donde el expresidente favorito brasileño, Luis Ignacio Lula da Silva (20112003), según encuestas es muy probable presidente electo, incluso en primera vuelta electoral, agrega el economista.
Por otra parte, Piscitelli, sobre las consecuencias de esta decisión de Brasil, opina que no hay una perspectiva inmediata de represalias de EEUU o de los países europeos relativas a Brasil; ya que, Brasil “está muy aislado de sus aliados tradicionales. La posición de Bolsonaro es una posición defensiva, o preventiva si quieres, para evitar una crisis y eventualmente una restricción al consumo interno de esos derivados de petróleo”.
Brasil, inesperadamente y contra muchos pronósticos, apostando a una política de pragmatismo, ha sido un circunstancial y sólido aliado de Rusia en un contexto sumamente adverso, contraviniendo la lógica que se ha impuesto en países de la órbita occidental, los cuales han terminado apuntando políticas lesivas contra sí mismos, contra su soberanía y contra sus intereses nacionales, en una desenfrenada carrera orquestada por Washington para destruir a Moscú, según estima el grupo venezolano de análisis Misión Verdad.
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