"La escala del efecto será modesta", indicó este viernes Jack Watling, investigador principal del Royal United Services Institute de Londres que tenía varios viajes a Ucrania. "Hará que la artillería ucraniana sea un poco más letal. El impacto real se sentirá más adelante en el año cuando Ucrania disponga significativamente de más munición", pronosticó el experto.
Por otra parte, Colin Kahl, el subsecretario del Departamento de Defensa estadounidense para Asuntos Políticos, reconoció la semana pasada que las municiones de racimo tan solo permitirían a Ucrania “sostener la lucha de artillería en el futuro previsible”.
Según el periódico, en las últimas semanas, los altos funcionarios estadounidenses "habían expresado en privado su frustración" por las tácticas de lucha que ha empezado a utilizar el Ejército ucraniano, que al temer un aumento de bajas en sus filas volvió a centrarse en bombardeos de artillería en vez de "apegarse a las tácticas occidentales" de armas combinadas.
Asimismo, Kahl aseguró que la contraofensiva ucraniana “es más lenta” de lo que espera Washington.
“Parece que han vuelto a un duelo de artillería”, comunicó Amael Kotlarski, gerente de la firma de inteligencia de defensa Janes.
No obstante, los funcionarios de la Administración de Joe Biden esperan que las nueve brigadas ucranianas que fueron entrenadas por EE.UU. “demuestren que el estilo de guerra estadounidense, que usa armas combinadas, tácticas sincronizadas y regimientos con soldados alistados de alto rango empoderados, es superior a la estructura de mando rígidamente centralizada que es el enfoque ruso”.
El envío de municiones de racimo, arma sumamente peligrosa con un negro historial por causar efectos devastadores y numerosas víctimas civiles, —prohibidas en muchos países— anunciado el 7 de julio por la Casa Blanca, forma parte de un nuevo paquete de ayudas ofensivas al país eslavo.
En una entrevista con la cadena CNN, el presidente estadounidense, a su vez, justificó la controvertida medida, diciendo que los ucranianos “se están quedando sin munición” y “necesitan” estas armas.
Rusia tacha la entrega de tales armas prohibidas a Ucrania de “gesto de desesperación” y alerta de que el uso de estas bombas provocaría una tercera guerra mundial, o peor aún, un “Armagedón nuclear”, mientras prometió responder al suministro de este armamento letal.
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